Mi regla
Marcela Clavijo
Me llamo Marcela. Tengo 45 años. Soy psicóloga y edilesa de la localidad de Chapinero. Me gusta la artesanía, las caminatas y las movilizaciones de las mujeres. Invierto mi tiempo libre en eso, porque me gusta que esas actividades se mantengan vivas.
Desde que tuve a mi hijo hace 13 años, mi menstruación es muy regular; la siento venir, pero me llega mucho flujo. A veces es terrible. Me toca comprar las toallas nocturnas, o sea que termino poniéndome una cosa grandísima, pero es lo único que me garantiza comodidad. Es que es muy jarto mancharse. Me da cosa manejar y que se manche el cojín del carro, o acostarme y luego tener que cambiar todos los tendidos.
Me desarrollé cuando tenía 9 años. Estaba en la casa con la empleada, que se llama Irene, y mis hermanos, que son todos menores que yo. Mis papás estaban trabajando. Cuando me di cuenta de que estaba manchada, lo primero que pensé fue “¡me corté! ¡me rompí! ¿por dónde me rompí?” Entonces le dije a Irene, y ella me dijo que me tranquilizara, que eso les pasa a todas las mujeres. Y yo le dije: “cómo así, ¿entonces usted también se rompió?”
Irene llamó a mi mamá, y ella me dijo “¡ay, mamita! tranquila que ya voy para allá!” Yo no entendía qué estaba pasando, ni por qué mi mamá tenía que salirse del trabajo para ir hasta la casa. Cuando llegó me daba besitos y me dio unas chocolatinas. Yo feliz comiéndome mi bolsada de chocolates, pero pensaba “¿no me tienen que llevar al médico? Esta gente como que no me quiere llevar al médico”.
Tres días después me llevaron a la ginecóloga, y yo no entendía por qué no me habían llevado donde el doctor de toda la vida. Mi mamá entró conmigo y estaba muy emocionada. Lloraba de la felicidad. Después de eso miraba todos los meses a ver si había vuelto, pero no me volvió a llegar sino hasta que tuve 14 años.